El efecto Pigmalión: cómo influyen las expectativas de los entrenadores en el rendimiento deportivo
La escultura es la creación moldeada por el artista. Deja en el tiempo esa vida petrificada, pero en su mente, la expectativa de lo perfecto. Aun quieta en el pedestal de la realidad, la escultura es un trozo del potencial fantaseado del creador. El escultor le da vida en su mente, la recrea en sus sueños, la imagina en un contexto pero por fuera de sí mismo siendo protagonista de una realidad sumamente relativizada y subjetiva.
Pigmalión, de donde se desprende la explicación de este fenómeno, era un escultor griego que muchas veces imaginó a su escultura como una mujer verdadera e ideal. Galatea, el nombre de su pieza artística, era producto de una fuerte creencia: una mujer así tiene que existir. El mito continúa cuando Afrodita convierte los sueños de Pigmalión en realidad, dándole vida a su amor esculpido.
Los niños son esculturas más complejas. Seres vivientes que se crean a sí mismos y que a su vez son orientadas y moldeadas por personas y situaciones. Pero hoy vamos a hablar de las personas que moldean su rendimiento deportivo, y por ello tomaremos la figura del entrenador.
La pirámide de rendimiento deportivo.
Ciertamente en un grupo de niños hay una heterogeneidad de potencialidades. Todos y cada uno de ellos, en el futuro tendrán distintos niveles de juego, algunos serán profesionales, otros amateur, otros lo practicarán ocasionalmente y otros lo dejarán de lado. Así funciona la pirámide de rendimiento. En la base hay muchos niños aspirantes a ser deportistas y a medida que la pirámide se va afinando hacia la cúspide, tendremos abandonos. De todos los que empiezan una actividad deportiva, llegan unos pocos al máximo nivel deportivo.
¿Cuándo se produce el efecto Pigmalión?
Hay ocasiones donde algunos entrenadores desarrollan una elevada expectativa acerca del rendimiento de un niño. Esto produce que sea concebida la idea de que sea muy bueno o muy malo. En consecuencia, se tiende a dividir el grupo en mejores jugadores y niños con pocas habilidades.
Los niños idealizados recibirán mejores desafíos y reconfortados con recompensas verbales, que en el caso de los niños ya catalogados como que no alcanzan un cierto nivel de rendimiento. El resultado es que, efectivamente, los niños clasificados con anticipación como muy buenos y los que rinden por debajo del gusto del entrenador, se vuelva realidad. Las esculturas imaginadas del entrenador cobran vida.
¿Por qué se concreta la creencia del entrenador?
La realidad es subjetiva. No es la situación la que, en contacto con una persona, se transforma por si sola sino que la forma en la que se la ve influye en su resolución. Esto quiere decir que cuando un entrenador cree con un grado de certeza elevado que un niño es bueno o no tanto, esto estimula la generación de una expectativa emocional y un favorecimiento de una conducta de acercamiento o de alejamiento al cumplimiento de esos objetivos. Por lo tanto esta profecía se cumple, por la inversión de recursos condicionados por esa valoración precoz.
Si cree que va a ser un excelente profesional y aun no ha pasado los cinco años, pues este entrenador se moverá en un rango de acción desde su imaginación a una realidad condicionada. Ese niño será mejor que otros porque tendrá mejores estímulos. En cambio, si con otro le produce una expectativa completamente distinta, no tendrá la misma concentración en su rendimiento y en su relación con sus compañeros, por lo tanto tendrá un niño liberado a su suerte.
Recomendaciones:
Brindar apoyo a todos los niños hará que cada uno adquiera confianza y respuestas, de acuerdo a su nivel de maduración motriz y cognitiva. Los niños quieren divertirse, eso es fundamental. Esto es lo que hará que aprendan de una forma mucho más natural, sintiéndose cómodos, y elegirán seguir apostando por la misma actividad. Desarrolle la motivación de los niños y conozca qué desean hacer. Y aun así, puede ser que en algún futuro alguien que sólo fue por acompañar a su amigo, tal vez se convierta en la figura de un club grande o en un grande con sueños de niño que se han cumplido.
Datos del Autor:
Celeste González . Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) con posgrados en Habilidades psicológicas para el alto rendimiento deportivo (UBA) y Especializada en Psicología del Deporte (Asociación de Psicólogos del Deporte Argentina). Se desempeña en el asesoramiento, capacitación y coaching de deportistas, entrenadores, profesionales y padres, tanto de deportes individuales (golf, natación, tenis, ajedrez) como de equipo (rugby, hockey, básquet, futbol, futsal, voley). Ex encargada del departamento de Psicologia deportiva del MGRC. Docente en la academia de entrenadores de la Federación de Basquetbol de Bolivia, de Psicología aplicada al básquet nivel 1 y 2. Disertante y capacitadora en campus deportivos y academias de alto rendimiento de futbol. Coach en habilidades psicológicas de planteles superiores de hockey. Colaboradora de espacios radiales y blogs. Editora de formulasdeldeporte.blogspot.com .
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Email: gonzalezmariaceles@gmail.com
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