miércoles, 14 de diciembre de 2016

CREANDO CONTEXTOS: FORMACIÓN, COMPETICIÓN ¿SEPARADAS O JUNTAS?

CREANDO CONTEXTOS: FORMACIÓN, COMPETICIÓN ¿SEPARADAS O JUNTAS?




Llevo varios días viendo como se comparte un artículo de un blog de entrenadores de fútbol, en concreto el artículo al cual me refiero en este caso se titula:
¿Qué diferencias existen en el fútbol base en competir para ganar y competir para formar?. Aunque estoy de acuerdo en parte con el contenido... solo en parte, me gustaría compartir una opinión mía con respecto a este tema, pues su conclusión es qué "sólo nos tenemos que centrar en la formación y dejar absolutamente de lado la competición", lo que escribo a continuación es parte de un artículo que leí hace tiempo y con el cual estoy absolutamente de acuerdo y que a menudo les comento a mis alumnos en la escuela de entrenadores, siempre con debate y es lo siguiente:
¿Se puede competir y a la vez formarse? ya sé que la primera respuesta y la más lógica va a ser, ¡NO!, en vista de por dónde van las últimas tendencias pero ahí va mi versión.
Cuando pensamos en formación, tanto intelectual como deportiva, por automatismo mental, nos vienen a la mente conceptos como enseñanza, aprendizaje, paciencia, corrección, repetición... otros términos como presión, resultados, presente, duelo, disputa, competición, victoria... los englobamos dentro de la contraposición al desarrollo formativo.
La formación, en este caso futbolística, lleva en simbiosis intrínseca permanente el juego como plataforma de desarrollo. No entenderíamos un deporte sin una lucha de superación que ante todo siempre es personal y seguidamente colectiva, como dice un gran amigo mío entrenador; " Cuando juego al parchís con mi mujer, la distraigo con un silbido o un gesto raro y si me gana, me mosqueo..." entiendo que no es ejemplo de cómo formarse, pero sí de que somos competitivos hasta jugando al parchís. Cuando hablo de superación, hablo de esfuerzo personal. ¿Y cómo consigo esa superación? ¿Qué método puedo desarrollar para este fin? ¿Qué parámetros necesito?
Podría ser que utilizando un leguaje generativo, se consiguiera crear ese contexto, o sea, convertirnos en "Generadores de contextos" , donde lo primordial sería generar las herramientas para el despues... ¿ QUE SIGNIFICA ESTO?, simplemente que al niño-jugador hay que hacerle pensar en que hará una vez haya realizado lo que se supone que tiene que hacer bien, es decir, situación, estructura, pases... hacerle preguntarse qué hará después del pase o del regate, hacerles en definitiva que dibujen el futuro después del éxito de la acción. Entiendo que si los entrenadores conseguimos ser esos generadores de contextos, tenemos mucho ganado, todas las dudas sobre competir, formarse y demás se verían disipadas, nuestros jugadores verían el horizonte despejado, se moverían un segundo por delante de los demás, leerían antes la situación y por lo tanto instintivamente generarían el siguiente contexto y el otro y el otro... la competición se vería reflejada en la formación y la simbiosis, antes nombrada, tendría todo su esplendor en definitiva.
Sin competición no hay una excelente formación. Competición es entregar el máximo de uno mismo. El máximo de uno mismo se llama esfuerzo. El esfuerzo nos lleva a la superación y ella a la humildad. Humildad para aceptar el continuo aprendizaje. Y si aprendes... mejoras.
¿Entonces es formativo competir? Sin duda. Primero competir uno mismo con sus defectos, miedos, ansias, y después, competir con factores externos, adversarios, situaciones imprevistas, el cesped, el balón, padres, madres, compañeros de equipo...
¿Dónde radica el supuesto error conceptual, entonces? No en competir, sino en utilizar la competición con fines no formativos y que desvirtúan esta, por ejemplo;
 - Ganar a cualquier precio.
 - Ser descortés con el adversario.
 - Buscar en el árbitro un culpable.
 - Falta de respeto en la victoria y rabia en la derrota.
 - Mala praxis técnica del formador o entrenador, ¿o no es lo mismo? ( lo dejo para otro artículo).
 - Falta de educación deportiva de progenitores y público en general.
-  Falta de enseñanza al niño-jugador en las normas del fútbol y arbitraje.
 - Búsqueda del titular de la victoria ante todo.
- Presión directiva a nosotros los entrenadores en afán de un objetivo clasificatorio.
- Presión social...

No seamos hipócritas. No quitemos al niño la competición por consecuencias conductuales de los adultos frente al resultado. ¿Nos hemos preguntado a quién afecta más el marcador de un partido? ¿A un adulto, llámese padre, entrenador, directivo, o a un niño que juega, compite, disfruta y casi siempre no sabe ni quién ha sido su adversario?  ¿No estaría bien que en las escuelas delimitáramos a partir de que categoría empezamos con la formación profesional futbolística? (otro artículo de discusión...)
Competir es parte de la formación. Se mejora dando un poco más cada día de nosotros. Ganar o perder un partido sólo es una consecuencia. En formación gana quien compite al 100%. Pierde quien lo hace al 99%, ¡¡¡pero no pierde en el resultado!!!! pierde porque ha dejado pasar una oportunidad de ser un poco mejor que ayer, de alimentarse de la riqueza de la competición, de la victoria o de la derrota, pero al fin y al cabo de la competición. Eso es formarse ¡eso es dar un paso adelante! vuelvo a repetir no seamos hipócritas, dejémonos de brindis al sol, encaucemos bien el objetivo y dirijamos la competición como una parte de la formación, creemos el contexto y lo demás se reflejará de forma clara y contundente, esa es mi opinión y sé que seguramente habrá gente que no esté de acuerdo pero es lo que pienso.



Torrent a 14 de Diciembre del 2016                                                      RASCO


martes, 6 de diciembre de 2016

LA IMPORTANCIA DEL ASPECTO PSICOLÓGICO EN LOS DEPORTES

LA IMPORTANCIA DEL ASPECTO PSICOLÓGICO EN LOS DEPORTES



En este artículo voy a hablar sobre mi opinión con respecto a la psicología en los deportes individuales y colectivos, más en concreto en el fútbol, que es en el ambiente en el que más me muevo a diario.

Para empezar, quiero decir que para cualquier entrenador/educador a la hora de llevar un deportista o un grupo en deporte base, tiene que desarrollar:

- Aspectos físicos: teniendo en cuenta la carga según la edad. Lo normal es trabajar resistencia, velocidad (reacción, desplazamiento, gestual, perceptivo motriz, velocidad explosiva, agilidad, aceleración...), fuerza y flexibilidad.

- Aspectos técnicos: son las acciones que desarrolla un jugador utilizando la superficie de contacto que permita el reglamento de cada deporte. (Con respecto al fútbol serian: pase, control, conducción, tiro, regate, finta, remate de cabeza, entrada, corte, despeje, etc...)

- Aspectos tácticos: ofensivos y defensivos, según el modelo de juego de cada entrenador.

- Aspectos psicológicos: en la mayoría de los deportes se sufren cambios de sensaciones positivas a negativas, o al contrario en cuestión de segundos y muchos de los deportistas no son capaces de superarlo. Si lo vemos con deportistas profesionales ¿Cómo no lo vamos a ver con niños/as? En estos casos pienso que hablando de edades tempranas, si te dedicas a la enseñanza deportiva, tienes que estar constantemente recordando que hay que equivocarse, que estos no se frustren por sus errores. Hacerles ver que equivocándose uno aprende y cuando algo que pides salga bien, recordarlo para que estos se motiven. Creo que algo muy importante es cuando uno da indicaciones sobre un error en un aspecto del juego, ya sea a un jugador o a varios, estos lo vean como un consejo, no como una crítica. Parece algo obvio pero no lo es. La forma de hablarles a los niños/as va a marcar el respeto que ellos te tengan a tí.


Para terminar acabo aconsejando que si hay algún momento de bajón, ya sea por un resultado que consideras injusto, por que las cosas no salgan porque pienses que te has equivocado en alguna instrucción clave en algún partido, etc... no dejes que los/as niños/as te vean deprimido por que le estás transmitiendo esa misma actitud, tienes que ser tú el que hagas que tengan la cabeza arriba y que consigan levantarse en los momentos malos, ya que un deportista vive de remontar los momentos malos no de disfrutar los buenos.

¡¡Haz que tu deportista/equipo sea siempre fuerte de mente!!


José Alemán Benítez
Email: josealebe1996@gmail.com

lunes, 5 de diciembre de 2016

La Revolución Guardiola

La Revolución Guardiola

Según la RAE, la palabra revolución se define como “cambio rápido y profundo en cualquier cosa”. Si nos atenemos a esta definición, lo que ha hecho Pep Guardiola en tan solo 5 meses de trabajo con el Manchester City es sin duda una revolución futbolística.

Cuando el Manchester City anunció a Pep como su nuevo entrenador por las próximas 3 temporadas, la repercusión y cuestionamientos fueron sin duda algo inevitable por parte de los medios. La pregunta más recurrente era si el entrenador que ganó y rompió cualquier clase de estereotipos en España y Alemania, podía hacer lo mismo en una de las ligas más competitivas como la liga inglesa. El hecho de tener un estilo de juego que consista en el ataque posicional, y no en ataques directos (Liverpool de Klopp) o contragolpeadores (Chelsea de Conte) es lo que genera esta pregunta, ya que imponer este estilo en medio de una realidad que está acostumbrada más al vértigo que a la pausa, a la capacidad física que a la intelectual, al juego aéreo que jugar por abajo y al despeje en vez del pase, parece imposible para cualquier persona, pero como hablamos de Guardiola, todos estos estigmas no son un impedimento para llevar a cabo lo que él quiere, sino más bien un desafío.

La Revolución Guardiola no consiste en hacer que un club con casi nada de historia influenciado por el dinero árabe, gane todo lo que juegue, sino en que este club juegue bien al fútbol y como consecuencia de esto, ganar títulos. “Jugar bien al fútbol” suena algo fácil para el común de las personas, pero para el que entiende lo que implica jugar bien, sabe que es algo sumamente complicado. En los primeros partidos del Manchester City, vimos un equipo en un proceso de construcción, que se le hacía muy difícil mantener el buen juego durante los 90 minutos, pero desde el primer minuto que vimos del City de Guardiola, vimos algo distinto a un equipo convencional de la Premier League, vimos a un equipo que por más que lo presionaran en la salida o no le resultasen las cosas, no iba a traicionar su idea.



Ha pasado media temporada y el City de Guardiola está peleando el título de la Premier y con un pie adentro en 8vos de final de Champions League, pero lo que dignifica esta labor, no son los resultados por si solos, sino la forma en que se consiguen estos.

“Tener la pelota para ganar” es lo que ha instaurado Pep en un medio que desconocía de este concepto. Cuando Guardiola concluya su ciclo en Inglaterra, no sé si lo hará lleno de títulos, pero lo que sí sé, es que el fútbol inglés le agradecerá por haber revolucionado un sistema que estaba desgastado.

Rodrigo Sobarzo
Blog: clasicofutbol.wordpress.com

domingo, 4 de diciembre de 2016

El efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión: cómo influyen las expectativas de los entrenadores en el rendimiento deportivo




La escultura es la creación moldeada por el artista. Deja en el tiempo esa vida petrificada, pero en su mente, la expectativa de lo perfecto. Aun quieta en el pedestal de la realidad, la escultura es un trozo del potencial fantaseado del creador. El escultor le da vida en su mente, la recrea en sus sueños, la imagina en un contexto pero por fuera de sí mismo siendo protagonista de una realidad sumamente relativizada y subjetiva.

Pigmalión, de donde se desprende la explicación de este fenómeno, era un escultor griego que muchas veces imaginó a su escultura como una mujer verdadera e ideal. Galatea, el nombre de su pieza artística, era producto de una fuerte creencia: una mujer así tiene que existir. El mito continúa cuando Afrodita convierte los sueños de Pigmalión en realidad, dándole vida a su amor esculpido.

Los niños son esculturas más complejas. Seres vivientes que se crean a sí mismos y que a su vez son orientadas y moldeadas por personas y situaciones. Pero hoy vamos a hablar de las personas que moldean su rendimiento deportivo, y por ello tomaremos la figura del entrenador.

La pirámide de rendimiento deportivo.
Ciertamente en un grupo de niños hay una heterogeneidad de potencialidades. Todos y cada uno de ellos, en el futuro tendrán distintos niveles de juego, algunos serán profesionales, otros amateur, otros lo practicarán ocasionalmente y otros lo dejarán de lado. Así funciona la pirámide de rendimiento. En la base hay muchos niños aspirantes a ser deportistas y a medida que la pirámide se va afinando hacia la cúspide, tendremos abandonos. De todos los que empiezan una actividad deportiva, llegan unos pocos al máximo nivel deportivo.

¿Cuándo se produce el efecto Pigmalión?
Hay ocasiones donde algunos entrenadores desarrollan una elevada expectativa acerca del rendimiento de un niño. Esto produce que sea concebida la idea de que sea muy bueno o muy malo. En consecuencia, se tiende a dividir el grupo en mejores jugadores y niños con pocas habilidades.
Los niños idealizados recibirán mejores desafíos y reconfortados con recompensas verbales, que en el caso de los niños ya catalogados como que no alcanzan un cierto nivel de rendimiento. El resultado es que, efectivamente, los niños clasificados con anticipación como muy buenos y los que rinden por debajo del gusto del entrenador, se vuelva realidad. Las esculturas imaginadas del entrenador cobran vida.

¿Por qué se concreta la creencia del entrenador?
La realidad es subjetiva. No es la situación la que, en contacto con una persona, se transforma por si sola sino que la  forma en la que se la ve influye en su resolución. Esto quiere decir que cuando un entrenador cree con un grado de certeza elevado que un niño es bueno o no tanto, esto estimula la generación de una expectativa emocional y un favorecimiento de una conducta de acercamiento o de alejamiento al cumplimiento de esos objetivos. Por lo tanto esta profecía se cumple, por la inversión de recursos condicionados por esa valoración precoz.
Si cree que va a ser un excelente profesional y aun no ha pasado los cinco años, pues este entrenador se moverá en un rango de acción desde su imaginación a una realidad condicionada. Ese niño será mejor que otros porque tendrá mejores estímulos. En cambio, si con otro le produce una expectativa completamente distinta, no tendrá la misma concentración en su rendimiento y en su relación con sus compañeros, por lo tanto tendrá un niño liberado a su suerte.

Recomendaciones:
Brindar apoyo a todos los niños hará que cada uno adquiera confianza y respuestas, de acuerdo a su nivel de maduración motriz y cognitiva. Los niños quieren divertirse, eso es fundamental. Esto es lo que hará que aprendan de una forma mucho más natural, sintiéndose cómodos, y elegirán seguir apostando por la misma actividad. Desarrolle la motivación de los niños y conozca qué desean hacer. Y aun así, puede ser que en algún futuro alguien que sólo fue por acompañar a su amigo, tal vez se convierta en la figura de un club grande o en un grande con sueños de niño que se han cumplido.

Datos del Autor:
Celeste González . Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) con posgrados en Habilidades psicológicas para el alto rendimiento deportivo (UBA) y Especializada en Psicología del Deporte (Asociación de Psicólogos del Deporte Argentina). Se desempeña en el asesoramiento, capacitación y coaching de deportistas, entrenadores, profesionales y padres, tanto de deportes individuales (golf, natación, tenis, ajedrez) como de equipo (rugby, hockey, básquet, futbol, futsal, voley). Ex encargada del departamento de Psicologia deportiva del MGRC. Docente en la academia de entrenadores de la Federación de Basquetbol de Bolivia, de Psicología aplicada al básquet nivel 1 y 2. Disertante y capacitadora en campus deportivos y academias de alto rendimiento de futbol. Coach en habilidades psicológicas de planteles superiores de hockey. Colaboradora de espacios radiales y blogs. Editora de formulasdeldeporte.blogspot.com .

Contactos:
Email: gonzalezmariaceles@gmail.com

martes, 8 de noviembre de 2016

¡Papá, quiero ser futbolista!

¡Papá, quiero ser futbolista!



Para los que amamos este deporte y nos hemos criado con él, esta posiblemente sea una de las frases que más ilusión nos haga escuchar decir a nuestros hijos. Desde el nacimiento, intentamos transmitir a los pequeños lo que significa para nosotros la palabra fútbol. Muchos lo ven como un deporte más, dónde 22 tíos corren detrás de un balón, se hacen faltas y se abrazan cuando consiguen marcar. ¡Qué locura!

Esa frase, y no quiero ser exagerado, se queda marcada en el cerebro y en la memoria de todos nosotros. A algunos les hace bien, a otros, les hace mal.

Este fin de semana estaba presenciando un partido de categoría Alevín en Cataluña y, sinceramente, tuve que irme antes de tiempo. Me cuesta pensar que los padres seamos tan arrogantes, tan egoístas y tan tóxicos, si me permitís decirlo así. Presencié en la grada lo que pasa, por desgracia, en todos los campos de fútbol. El padre del número 10 de uno de los equipos (no sería correcto citarlo, por respeto a los chavales), se las traía de Pep Guardiola, de Jose Mourinho o de Luis Enrique, no lo tengo muy claro. Dando indicaciones a los chavales, cuestionando al árbitro y, peor aún, discutiendo todo lo que decía el entrenador. Si el míster decía A, el padre decía B. Si el entrenador decía B, el padre, para no perder su orgullo, decía A. El hijo, evidentemente, hacia caso a su padre. Con ello quiero evidenciar el mal que podemos hacer desde casa al futuro de nuestros hijos.

Desgraciadamente, vivimos en un país donde, por ejemplo, no respetamos a los profesores. Estamos más que acostumbrados a cuestionar su palabra si castiga a nuestros hijos. Con el fútbol, pasa lo mismo. Todos nos creemos entrenadores. Todos creemos que somos capaces de dirigir a 15 niños, o a 24 adultos, elegir formaciones, maneras de jugar, tácticas y movimientos. Si nosotros fuéramos los entrenadores, probablemente ganaríamos siempre 10-0. Lo digo desde la experiencia. Desde la breve experiencia que tuve como entrenador, y de la larga experiencia que he tenido como niño y jugador. Más de una vez encontré a uno de esos padres que se pensaban que podrían entrenarnos pero luego, cuando se lo proponen, siempre dicen lo mismo…”no tengo tiempo para estas historias”.

Nos preocupamos demasiado, sin ir más lejos, del ejemplo o no que da Messi, Cristiano, Neymar o Suárez a los niños. Salen por la tele, sí, es evidente que los niños se fijan en ellos. Pero realmente, los más pequeños tienen a sus padres y madres como espejo. Ellos son su modelo a seguir y ellos son los que deben dar esa educación. La primera parte pasa por enseñar que los entrenadores saben más que nosotros.

“¡Papá, quiero ser futbolista!” es una de las frases que más nos gusta escuchar. Llegado a ese punto reflexionemos, ¿somos nosotros los más indicados para que nuestro hijo cumpla su sueño, o hay gente experimentada para ello?

Quien entrena a un equipo no lo hace para ganarse la vida. Lo hacen por pasión. Ellos lo saben. Quizás los padres también deberían tenerlo claro.

Carles Garcia-Pastor
Periodista

www.antetodofutbol.com
@CarlesGPY

domingo, 2 de octubre de 2016

La importancia de una relación óptima de padres a hijos

La importancia de una relación óptima de padres a hijos, durante la iniciación deportiva temprana




Un tema muy importante para abordar en el deporte infantil es la relación que se establece entre padres e hijos.  Desde la psicología deportiva trabajamos desde una perspectiva sociológica observando, analizando y orientando para que los padres se transformen en un apoyo óptimo tanto en la elección de la actividad deportiva como en el acompañamiento del niño.
En el contexto deportivo infantil los padres se convierten en uno de los pilares en el proceso de socialización, junto con los entrenadores. Este proceso es muy importante ya que a través del mismo se comienza a sembrar los valores de aproximación del niño hacia el deporte y a través del deporte, para aprender a relacionarse tanto con adultos como con personas de su mismo grupo. Al mismo tiempo, el niño desarrolla pensamientos y emociones que lo va a acercar de forma funcional a la tarea o le generará rechazo.
El objetivo primordial, lo conocemos de muchas fuentes, es que los niños se diviertan.  ¿Por qué remarcamos esto todo el tiempo? Porque el juego, la diversión, es el camino para asimilar conductas sociales positivas.  A nivel externo se puede apreciar signos de satisfacción y alegría, y por dentro se activa una cadena de recompensas en cuanto a pensamientos y emociones, que retroalimentan la conducta positiva.  Esto quiere decir que, si un niño es feliz, aprende mejor y tiende a repetir la conducta reforzada., tanto interna como externamente.
Algo que tenemos que tener muy presente es el tipo de relación que se establece entre padres e hijos. Los niños se acercan al deporte por otros niños que conoce, por hermanos, por algún ídolo o por sugerencia de sus padres. Quizás haya más opciones. La pregunta aquí es ¿Qué pretenden los padres del entrenamiento deportivo?
En la experiencia observamos situaciones coherentes, donde los padres solo quieren que sus hijos se diviertan y acompañan este plan , reforzando las conductas positivas y preguntando como les fue, y buscando que mantengan el foco en divertirse más allá del resultado. Por otro lado, también encontramos esos casos donde por un lado manifiestan querer que sus hijos se diviertan , pero muestran algunas acciones que escaparían al rol paternal que necesita un niño. De tal forma, hallamos padres que ponen sus expectativas por encima del objetivo general formativo. Las expresiones discursivas rondan alrededor de ideas exitistas demasiado tempranas y terminan desestabilizando la concentración del niño, tan importante para el aprendizaje.
Esta claro que a medida que un niño crece va a concentrarse mejor en la tarea. Aquí la tarea es divertirse, y que naturalmente adquieran los valores para relacionarse con el deporte (qué se hace y qué no) y los valores para relacionarse (respeto, compañerismo, bondad, etc). Pero también se moldean sus esquemas para resolver situaciones. Por ejemplo, un niño que esta más pendiente de la reacción de su padre, antes de realizar un movimiento, que lo que esta realizando…simplemente no esta jugando. En este caso estaría comportándose bajo presión. Y en estas circunstancias es muy probable que en algún momento sienta rechazo hacia la actividad y al adulto que lo está exponiendo a ese nivel de demanda.
La relación óptima esperable es un padre que acompaña sin querer ocupar el rol del entrenador o de un representante. Desde el entrenamiento se procura cumplir con los objetivos, respetando las capacidades que el niño va desarrollando en su crecimiento; que se divierta, en primera instancia; y que aprenda a resolver con autonomía tanto jugadas como actuaciones positivas hacia el prójimo.

Lic. Celeste Gonzalez
Especialista en Psicologia aplicada al deporte.

Coaching de habilidades psicologicas para el alto rendimiento
 aplicado a deporte, organizaciones, educacion y arte.
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