miércoles, 22 de febrero de 2017

¿POR QUÉ LOS NIÑOS ABANDONAN EL DEPORTE?



Todo deporte empieza como un espacio de juego en donde las reglas no importan mucho sino ese conjunto de valores humanos que se van sembrando. Conforme va pasando el tiempo, los niños elijen seguir en la actividad o no. Se dice, que tienen actitudes de acercamiento o de evitación. Para esto hay factores que determinan la permanencia o el alejamiento de los niños al deporte que va desde cuestiones muy personales a otras que son ajenas. Estas últimas ligadas a la responsabilidad que ejercen circunstancias que hacen que los adultos opten por una interrupción de la actividad.
En este artículo abordaremos un factor conocido como “competencia percibida” en dos dimensiones. Una dimensión es la de que refiere a la instancia de competir por un resultado y la otra, la autopercepción de capacidades.
El acento depositado en la obtención de resultados desde corta edad demanda al niño una exigencia física y psicológica que no sería acorde con las etapas formativas. Ya lo dijimos varias veces ( y no nos cansamos de repetirlo) lo que nos ocupa en la primera etapa de aprendizaje deportivo es justamente eso: aprender. Y este es un proceso. Es la etapa mas importante para que el niño desarrolle estructuras mentales que lo preparen para integrar información y elaborar alternativas. Nos enfocamos en el transcurso de un proceso , lo que hacemos antes de que aparezcan las consecuencias: que jueguen sin importarles el resultado.  Un entrenador que exige resultados competitivos o que recompensa mas los logros que los procesos, está entrenando en forma precoz y llevaría a originar la segunda dimensión que desglosaremos a continuación.
La autopercepción de capacidades es un mecanismo natural que tiene una persona de hacer una evaluación interna acerca de las posibilidades que tiene para llevar adelante una tarea. Cuando la exigencia desde afuera es superior a su percepción interna de afrontar esa situación, lo que ocurre es un aumento de estrés. Hay una fluctuación temprana en los niveles de autoconfianza.  Aparece el famoso “no puedo” y seguidamente el “no sirvo” o el “no merezco estar aquí”. Hay mayor riesgo, incluso, cuando esa capacidad es tomada por el niño como lo mas importante que tiene. Si desciende su autoconfianza y coincide con lo que es mas importante para el, puede incidir en su autoestima.
La etapa formativa es, sobre todas las cosas, una instancia de aprender a jugar, a construir lazos, incorporar valores. La competencia es posterior. Justo entre los 12 y los 13 los niños están capacitados para empezar a incorporar la competencia. Tiene que ver con su estructura de construcción de conocimiento y las habilidades lógicas que van adquiriendo. Es preferible invertir mucho tiempo en un aprendizaje sólido que luego lamentar competidores sin amor propio o sin valores hacia el resto de las personas que intervienen tanto en el juego como en los demás ámbitos.
Por último, se recomienda poner el foco en los procesos de aprendizaje que en los resultados, porque en definitiva es el momento justo para aprender a procesar los resultados como instancias constructivas. Es importante que los niños estén motivados a seguir aprendiendo y no quedar atrapados en las emociones de los resultados. Así, a la hora de decidir si permanecerán o no en el deporte, la “competencia percibida” no será un factor determinante.

Celeste González
Lic. en Psicología - Especialista en Psicología del Deporte
(Argentina)